Esa noticia. Lo que nadie quiere escuchar. Lo que rezas
aunque no creas en Dios para que no te digan. Eso que te deja la moral por los
suelos hasta que hay que asimilarlo. Al otro lado de la mesa, ese hombre
vestido con una bata blanca. Tú y tu inseparable marido al otro lado. Nervios.
Se confirma. Muchas pruebas, la ilusión de que no se confirme. Cogidos de la
mano. No hubo suerte. Se confirma. Empieza el Tourmalet. Tú eres la líder.
Nosotros tu equipo. Los que nos vamos a dejar todo para llevarte en volanda. Es
difícil escribir esto. Pero, aunque no recuerdo habértelo dicho, te quiero
mucho. Y eres una VALIENTE. Estamos contigo. Siempre. Hasta el último momento.
Y ahí están, sobre todo, los que más te quieren. Los que
jamás te fallarán. Los que harán siempre de tripas corazón para que salgamos
adelante. Esta tu marido. A tu lado. Como siempre. Y están tus dos hijos, que
tienen la suerte de tener una madre como tú. Y estas sobre todo tú. Con
altibajos. Asumiendo lo que ocurre. Con dos ovarios de un tamaño descomunal.
Pues sí. Uno no conoce el ELA hasta que lo tiene al lado.
¿Difícil? Mucho. ¿Jodida? Por supuesto, pero hay que aprovechar cada momento,
cada instante, cada sonrisa, cada gesto. Todo. Eres grande. Fuerte. ¿Huir? De
eso nada. Sólo hacia delante. Pa tras sólo para coger impulso. Y te ayudaremos
a cogerlo.
Creo que hacía mucho tiempo que no tenía tantas ganas de que
llegara una fecha. Deseo con locura que llegue fin de año y darte una alegría.
Vernos unidos. Ver las campanadas juntos con la enana.
Con tus hermanas, tus
sobrinos. Tu familia. Ahí vamos a estar, no te creas que te vas a librar de
nosotros, siempre contigo.
No puedo decirte nada más. Sólo que te quiero y que vamos a
seguir en la batalla. Aquí no se rinde nadie.
Un beso gigante.