No suelen nuestros queridos políticos, ya sean españoles (a excepción de Iñigo Errejón) hablar de la otra pandemia que viene o que está entre nosotros. Es una pandemia “oculta”. Sin datos diarios. Sin el seguimiento constante y hasta exasperante de los medios.
Me refiero a las consecuencias que están teniendo, no el virus, sino las medidas que tenemos que “soportar”. Estamos ante una clase política que se caracteriza por dan bandazos, totalmente superada por los acontecimientos y demostrando una incompetencia que creo que abrirá los ojos a mucha gente, o debería.
¿Qué consecuencias tienen las decisiones de nuestros políticos y su falta de gestión sobre las personas (más allá de las económicas y el número de fallecidos por el virus)? Pues la psicológicas y, en este punto, os hablo de las mías y lo que han provocado las políticas en Alemania.
Como muchos sabéis, en Alemania llevamos con tiendas y gastronomía cerradas. Durante más de cinco meses sólo puedes juntarte con una persona de otra casa (es decir, yo puedo ir a casa de dos amigos que vivan juntos pero ellos dos no pueden venir a mi casa…). Yo vivo solo y trabajo en gastronomía. ¿Qué consecuencias tienen estas medidas para mi?
Sentimiento de frustración: Me pasa cada día que voy a trabajar y creo que hay pocos sentimientos tan jodidos como este. Desde hace año y medio era feliz yendo a currar. Ahora cuesta mucho. No por nada, sino por ese sentimiento de frustración de ver que lo que antes iba como un tiro ahora estamos sobreviviendo. Los minutos son horas y, a pesar de mis jefes son los que casi más me animan a mi, me duele ver en el alma lo que está pasando. Esta frustración aumenta exponencialmente al ver como otros compañeros de la profesión deben echar el cierre, viendo cómo años de partirse el lomo, sacar un negocio adelante se van a la mierda porque unos señores en traje de chaqueta han decidido que somos los mayores culpables de la propagación del virus cuando los datos dicen lo contrario.
Secuelas físicas: Perder pelo no he perdido porque era imposible. Eso sí. Desde el inicio del cierre engordé más de 15 kilos (ahora llevo perdido diez). He estado más de dos semanas consecutivas con febrícula, dolores de espalda y un insomnio que jamás había tenido.
Secuelas psicológicas: No os voy a negar que he tenido días que me he venido abajo y me ha dado alguna llorera en casa, sólo. Ahora tenemos mucho tiempo para pensar y eso no es bueno. Aparece la ansiedad y empiezas a tener dudas sobre las ganas de seguir peleando, que se sigue, pero hay momentos de flaqueza y, lo peor, es que cada vez son mas constantes.
Eso es lo que me ha pasado a mi. No me quiero imaginar lo que le ha ocurrido a los que han perdido algún familiar o los que han perdido un negocio.
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