No lo esperaba.
Y no puedo asimilarlo.
Decidme lo que queráis, que hay que asumirlo. Que tal y que cual.
Pero no puedo.
Me cuesta mucho.
Y más desde aquí.
¿Soy egoista? Seguro que sí.
Pero tú, precisamente tú, no te lo merecías.
Te voy a echar mucho de menos.
No lo concibo.
De verdad.
Tú no.
¿Porqué tienes que irte?
No me lo creo.
Tres días desde que estaba trabajando y salí a fumar un cigarro y una llamada de mi madre. Raro, siempre la llamo yo por mis horarios de trabajo.
Veo un WhatsApp tras la llamada. "Llámame cuando puedas, decía". Mal asunto. Algo iba mal.
La llamé.
"Miedo de me da", le dije antes de decirle ni hola.
Me dio la noticia.
Fuiste a una sesión de quimio.
Hablamos la semana antes.
Estabas "bien" dentro de la mierda que tenías.
Pero se complicó.
Y te fuiste.
Con tu hermano y tu hermana.
Sois tres hermanos los que nos estáis esperando ahi.
Arriba.
Jóvenes.
Sin merecerlo.
Siendo como fuísteis.
Siempre lo he dicho. Los Nogales sois (somos) especiales.
Hay gente que me decía que no podía señalarme tanto hacia una de mis familias.
Quiero mucho a las dos pero los Nogales han sido especiales.
No sé porqué.
Y tú te has ido.
Y yo aquí.
Sin despedirte.
Sin decirte hasta luego.
Pero te has ido en cuerpo. Porque tú nunca te habrás ido.
Tres días después no puedo aguantar más.
A 3000 kilómetros me tengo que expresar.
Espero que Alberto padre, hijo, Blanca y María me perdonen por exihibir estas interioridades aquí.
Si les molesta lo borraré, pero necesito expresarme.
Decir lo que siento.
Y es una mierda.
¿Dónde iba siempre cuando estaba en Fuengirola?
A tu casa, y lo seguiré haciendo, aunque la casa esté huérfana. Aunque ya no escuche la radio desde por la mañana. Aunque ya no me hagas un té rojo para tomarme contigo.
¿Dónde eran todas las celebraciones familiares? Pues dónde iban a ser, en tu casa, siempre has sido una segunda madre para todos los sobrinos. Sin necesidad de demostrarlo con palabras tú y el gordo estábais ahí. Eso se valora, tita.
Y ahora, desde arriba, con tu hermana Mari Carmen, con tu hermano Cándido, con tu padre Cándido estaréis ahí, ayudándonos en estos malos momentos.
Y no te agobies, tita. Nosotros haremos lo mismo. Con esos tres maravillosos hijos a los que le dísteis una educación y unos valores increibles.
Con ese marido que elejiste hace muchísimos años y al que quiero con locura
Con la tata, una más de la familia.
Con la abuela que, después de perder a tres de sus cinco hijos, nos demostrará otra vez que está hecha de otra pasta.
No, tita, no. Tú tranquila, jamás los dejaremos solos.
Jamás les fallaremos.
Siempre. SIEMPRE. Estaremos ahí para ellos. Y ellos para nosotros.
Somos una familia fuerte y te lo vamos a demostrar, tita.
No te agobies desde ahí arriba.
Te quiero, y te echo de menos.
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1 comentario:
gracias otra vez por estas palabras Candi.
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